Desde hace algunos años, asistimos a una notable progresión del mercado de la detección de fugas de gases combustibles, en respuesta a una creciente sensibilización respecto a las cuestiones de la seguridad, la salud, la responsabilidad, la garantía y las prestaciones de los productos y sistemas.

Entendemos por “detección de fugas de gas” un medio que permite probar de forma no destructiva la presencia de gases combustibles peligrosos en sistemas o componentes teóricamente herméticos. Las fugas suelen deberse a la estanqueidad deficiente de juntas o racores, o bien a soldaduras mal adaptadas. Las fugas lentas resultantes de pequeñas anomalías o vibraciones no solo son potencialmente peligrosas, onerosas, molestas y de lenta resolución, sino que también pueden provocar indisposiciones, muertes o explosiones.

Durante mucho tiempo, los profesionales han recurrido al método TRADICIONAL del agua con jabón, que hoy sabemos que no resulta eficaz para detectar con precisión la ubicación de las fugas muy pequeñas. Actualmente, los rastreadores y detectores de fugas de gas, mucho más prácticos, se han impuesto como alternativa.

Principales motivos por lo que se procede a la detección de fugas de gas:

1. Protección de las personas y los bienes: las fugas de gas pueden originar graves riesgos para las personas y la destrucción de materiales y bienes.
2. Contaminación y seguridad: el refuerzo de las reglamentaciones medioambientales y de prevención de riesgos profesionales han multiplicado los motivos para utilizar detectores de fugas de gas.
3. Fiabilidad: la fiabilidad de los equipos siempre ha sido un argumento decisivo para recurrir a rastreadores y detectores de fugas de gas.
4. Pérdidas de energía: dado el elevado coste de la energía, las pérdidas representan una creciente preocupación. La detección de fugas de gas permite ahorrar energía, comprobando que el combustible utilizado en un sistema (gas natural o propano, por ejemplo) no se escape.